Quedan siete partidos de liga en segunda división y todo está en juego. Para el Real Zaragoza son los 21 puntos más importantes de su historia, los que marcarán si hay vida después de esta temporada. Todos, dentro y fuera del club, hacen sus cábalas y cuentas. De allí puedo rascar un empate, quizás ahí me puedo permitir una derrota, pero, en cambio, aquí no hay fallo posible. Son semanas de calculadora, de mirar el calendario propio y ajeno, y de volver a ver y a escuchar los partidos de los rivales. Para la SD Huesca son días de volver a soñar y de disfrutar de una temporada que comenzó con la predisposición a sufrir por mantener la permanencia.

El factor de imprevisibilidad en el fútbol es grande, y la facilidad para cambiar el camino marcado al comienzo de las temporadas, también. Dos de esos ejemplos de inesperados cambios del destino son Poussin y Jair. Los dos estaban destinados en verano a abandonar La Romareda y buscarse la vida en otro equipo, y los dos han pasado de villanos a héroes.

El caso del central es curioso. No encontraba su hueco y estuvo a punto de salir a la liga holandesa, al Burgos o, incluso, recientemente al Levante. Tras fallos graves, y en una de esas carambolas que tiene el fútbol, tuvo una segunda oportunidad que ha sabido aprovechar. Con Gabi en el banquillo, se ha convertido en un fijo en el once y ha conseguido dos goles decisivos que acercan un poco más la permanencia a su equipo.

En el empate ante el Eibar, tras el gol de Jair llegó el del portero francés. Es el tercer guardameta de la historia del club que marca un tanto, que, además, supuso un empate en el último minuto y un punto que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Al igual que Jair, Poussin también ha tenido pie y medio fuera del Real Zaragoza en varias ocasiones. O prácticamente los dos. En el mercado de invierno de la pasada temporada, cuando cuatro errores insultantes pusieron en el ojo del huracán al portero, llegó a tener un acuerdo con el Albacete que el jugador rompió cuando prácticamente iba a firmarlo. Esta temporada, cuando ni él mismo lo esperaba, llegaron las lesiones de Cristian y los fallos de Femenías, y volvió a ocupar la portería de La Romareda, esta vez para quedarse. Como saben todos los que han pasado por allí, o todos los que han intentado ser porteros titulares en el Real Zaragoza, es una plaza muy complicada.

El fútbol, como la vida, a veces, da segundas oportunidades. Y cuando llegan, hay que saber aprovecharlas. Las terceras oportunidades son una quimera.