La mejor definición del peronismo la dio el propio general Juan Domingo Perón cuando, en la proclamación de las Veinte Verdades Peronistas, en octubre de 1950, habló de «Movimiento». El concepto transciende las cotas de un partido político convencional, incluso de un catch-all party, un partido atrapalotodo, para convertirse en un movimiento vertebrador de la vida política y social hasta conseguir un poder absoluto, sea con la connivencia o hasta la suplantación de la religión si es necesario. Perón lo empezó al conectar a militares y sindicalistas, con la bandera del justicialismo social. A partir de ahí, el peronismo evolucionó, capaz de situarse a derecha o izquierda en la Argentina contemporánea, con líderes enfrentados y hasta de distinto signo, desde Carlos Menem a Néstor Kichner o Cristina y Alberto Fernández, pero sin olvidar la tercera de las verdades de Perón: «El peronista trabaja para el Movimiento».
Rafael Louzán y Salvador Gomar se enfrentarán por la presidencia de la Federación en unas elecciones, el 16 de diciembre, que ya tienen un ganador: el Movimiento. Es el peronismo del fútbol español, tejido por líderes territoriales, capaz de desafiar al Estado, de atrapar incluso a quienes más habían luchado contra ese mismo sistema, como Javier Tebas, al frente de la patronal de clubs, y anestesiar a los que defienden los intereses de los futbolistas. Como el peronismo, desde la parada militar a la barricada sindical.
El cambio de Tebas
Tebas llevó a Ángel Villar a los tribunales y quién sabe si finalmente a la cárcel, aunque fuera por unos días. El caso continúa pendiente de sentencia. Apoyó a Gerardo González, ex secretario general de la Federación, contra Villar y fracasó, y también al ex tesorero Juan Luis Larrea frente a Luis Rubiales, con idéntico resultado. El apoyo no significa necesariamente el voto en bloque del fútbol profesional, pero qué duda cabe de que lo condiciona. Ninguno de sus apoyos, sin embargo, ha sido tan controvertido como el que ofreció a Pedro Rocha, ex vicepresidente elegido como sucesor del Movimiento aunque finalmente descabalgado judicialmente, hecho que enfrentó al presidente de la Liga con el Consejo Superior de Deportes (CSD), con el Gobierno. Un pulso delicado, unido al que mantiene con Florentino Pérez. El CSD ya se pregunta por escrito por las mismas cosas que el presidente del Madrid en voz alta. Louzán habría sido ahora el beneficiario de ese paquete de avales, clave en la elección.
De inhabilitado a inhabilitado, de Rocha a Louzán, el presidente de la Federación Gallega, del PP, está pendiente de una sentencia en firme tras recurrir una condena por prevaricación durante su etapa en la Diputación de Pontevedra que le impediría ejercer cualquier cargo público durante siete años. El CSD está dispuesto a recurrir su elección, sin finalmente es el escogido por la Asamblea, aunque no está claro si esta vez podrá contar con el querelleitorMiguel Galán, que podría salir beneficiado de un pacto con Louzán para su escuela de entrenadores. El peronismo puede con todo.
La ocasión perdida por Aganzo
Decepcionado con el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) y el CSD, que detuvieron la carrera de Rocha a la presidencia, Tebas ha optado esta vez por tener menos exposición. Todo en silencio. Por su parte, David Aganzo, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), la ha eludido, sin comprometer el paquete del voto de los jugadores, pese a que entre los futbolistas existe una corriente crítica creciente con los barones territoriales. De ella forma parte ÁlvaroMorata, capitán de la selección, aunque no la haya expresado públicamente. No comprometerse es jugar a favor del sistema, del Movimiento. Al frente un colectivo capital, el de los actores principales del fútbol, Aganzo ha perdido una oportunidad de presentarse como el líder del contrapoder, del cambio que la mayoría considera necesario. Desde ese mismo lugar emergió Rubiales, aunque su meta no era la reputación del fútbol, ahora tan necesaria, sino la pasta.
Realmente no existían muchas alternativas para hacerlo, esta vez sólo la representada por el ejecutivo Juanma Morales, al no fraguar el último intento de Gerardo González y optar por recurrir el proceso electoral, acción admitida a trámite, el abogado Javier González. Pese a ella, la crisis de credibilidad de la Federación y el freno judicial a Rocha dejaban espacio a un outsider, pero el sistema lo ha impedido. Gomar y el barón andaluz Pablo Lozano, enfrentados a Louzán y próximos a Rubiales en el pasado, buscaron una alianza y los apoyos del ejecutivo, siempre que dejara la presidencia libre. Morales dijo no y, hoy, está en su casa. De la treintena de avales que tenía prometidos y para los que contó con el trabajo de David Silva, Virginia Torrecilla y Luis Milla, apenas resistieron la mitad.
Frente al poder de las territoriales, divididas una vez cayó Rocha, los colectivos de clubes, jugadores, árbitros o entrenadores eran clave para que se produjera el cambio, pero muchos de sus asambleístas han sido presionados por sus territoriales o por quienes los controlan. Rubiales, próximo al PSOE, blindó el sistema antes de su caída, al conseguir que la nueva Ley del Deporte, aprobada en 2022, soló permitiera un aval a cada uno de los 142 asambleístas. El voto final es secreto, pero en el corte hay que retratarse. El aval es, pues, el voto del miedo.
"Eso será siempre nuestro"
Existen clubes profesionales críticos con la postura de la Liga, aunque se mantienen dentro de la disciplina del voto. Como ocurrió con la crisis del beso, «no hablamos porque no queremos que nos machaquen con los arbitrajes».
Los colegiados, por su parte, han explicado en privado que no se definen, porque si lo hacen pueden quedarse fuera de las designaciones para los partidos y de la promoción internacional. Muchos de los entrenadores no se sienten representados por el Comité que los agrupa, dentro de la propia Federación, y habrían querido que hubiera liderado el «no» a jugar tras la DANA en Valencia. A algunos jugadores y jugadoras, sin el respaldo de una posición de fuerza de sus sindicatos, se les ha recomendado que miren por su carrera antes de ofrecer su aval. Todos están, pues, en manos del Movimiento, de este peronismo que pudre la pelota y que se resume en la frase de uno de los barones que apoyan a Louzán sobre una buena mesa: "Esto será siempre nuestro". Diga lo que diga, el estallido llegará tarde o temprano. Esperemos que entonces no les suceda un iluminado a lo Javier Milei. El fútbol necesita otra cosa.