"España es partidaria de unas relaciones más equilibradas entre la UE y China", con estas palabras Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ha defendido su acercamiento hacia China antes de la guerra comercial que se está librando y durante la misma.
Y el sector del automóvil tiene mucho que ver.
"Socio imprescindible". Con esas palabras ha definido Pedro Sánchez la relación que China debería tener con la Unión Europea. Las palabras las ha pronunciado durante su reunión con Xi Jinping, presidente del país.
El español se encuentra en una ronda de visitas por Asia en las que está haciendo parada en China y Vietnam. Ambos países han sido duramente castigados por Estados Unidos. China mantiene todavía un 125% de aranceles pese a la tregua de 90 días que Donald Trump ha concedido. Vietnam había sido castigado con unos aranceles del 46%.
La importancia de las palabras. Ese "socio imprescindible" no es casual y muestra el acercamiento de España a China en plena tensión por la guerra comercial que están librando Estados Unidos y el país asiático. De hecho, se desmarca de las palabras de las palabras de la Unión Europa que lo define como "socio, competidor y rival sistémico", recogidas por El País.
Sánchez necesita jugar con tacto con sus declaraciones. Hace solo unos días, Scott Bessent, Secretario del Tesoro de Estados Unidos, aseguraba que "no estoy seguro de si fue el primer ministro o el ministro de Economía de España, quien hizo algunos comentarios esta mañana: 'quizás deberíamos alinearnos más con China'. Eso sería cortarse el cuello", en palabras recogidas por El Confidencial.
Xi Jinping, por su parte, ha agradecido a Sánchez la "firme voluntad" de mantener buenas relaciones entre ambos países, recalcando que es la tercera vez que el presidente del Gobierno español visita el país asiático, señalan en El Mundo.
El juego de equilibrios. España se ha encontrado con la vista más incómoda en el momento justo. Con la agenda ya programada, quedaba ver si el presidente del Gobierno estaría dispuesto a acudir a China en mitad de la tensión comercial con Estados Unidos. La sola presencia es visto como un acercamiento español al bando chino y, desde luego, se desmarca de la política europea que apuesta por mojarse lo menos posible.
Sin embargo, España tiene en marcha un buen número de inversiones chinas en nuestro país. La balanza comercial entre ambos países sigue estando muy desequilibrada a favor de China (importamos bienes por valor de 45.174 millones de euros y exportamos allí productos por valor de 7.467 millones de euros) pero China tiene la llave en sectores clave.
Poniendo la alfombra. Sin duda, uno de los sectores en el que España quiere incidir es en el automovilístico. China está desembarcando en Europa. Su guerra comercial con Estados Unidos le obligará a desembarcar con mayor fuerza en Europa y España es una puerta de entrada perfecta.
Con los aranceles al coche eléctrico, los híbridos enchufables y los vehículos de gamas bajas chinos tienen una enorme oportunidad en países como el español donde el "todo eléctrico" no está tan desarrollado. Todas sus compañías necesitan abrir mercados fuera de China para buscar la rentabilidad. Si las perspectivas se mantienen, BYD será en 2025 uno de los cinco mayores fabricantes del mundo.
Ante esta situación, España tiene claro que quiere ser una parte muy importante del desembarco chino en Europa. El sector del automóvil es esencial para España. No sólo en sus fábricas, hay que sumar puertos que reciben los coches, distribuidores y una industria auxiliar y de componentes potente.
Más nos vale. El mayor problema al que se enfrenta España es que más le vale abrirse a China si quiere abrir ampliar sus vías de negocio en el sector del automóvil. Cuando se votaron por primera vez los aranceles al coche eléctrico chino, España se mostró favorable. Una visita a China y una amenaza de atacar directamente al cerdo español (cuyas exportaciones a China son claves) hizo cambiar de idea al Ejecutivo.
Pero, además, otras amenazas flotan en el aire. En Europa, Francia o Italia se mantuvieron firmes en su voto favorable a los aranceles a los coches eléctricos chinos. Acto seguido, China ordenó detener las inversiones en esos países y desde entonces no hemos tenido noticias de nuevos acercamientos.
En estos momentos, España tiene inversiones chinas en diferentes puertos para recibir y empezar a distribuir los coches que llegan desde Asia, la inversión de Chery en Barcelona, el acuerdo entre CATL y Stellantis para una planta de baterías en Aragón o los proyectos extremeños para producir baterías para coches eléctricos.
Pero hay ciertos problemas. En una primera lectura, parece evidente que si España tiene la oportunidad de seguir ampliando sus inversiones chinas en el sector del automóvil para ser clave en el coche europeo del futuro y si tiene una amenaza sobre su cabeza de retirar inversiones o torpedear el comercio entre ambos países, el acercamiento a China parece del todo lógico.
El problema es que tirar hacia un lado tensa la cuerda, irremediablemente, por el otro. Estados Unidos ya ha avisado a España de que su postura no es la correcta y algunos sectores están (evidentemente) preocupados. El impacto directo en la industria del automóvil no es demasiado alto pero, por ejemplo, los envíos a Estados Unidos de aceite de oliva se han disparado bajo la amenaza de los aranceles.
¿Qué podemos esperar? Ante este contexto, España tendrá que jugar sus cartas a varias bandas. Acercarse lo suficiente a Pekín pero sin quemarse. Habrá que ver si Estados Unidos mantiene su apuesta por gravar el comercio con la Unión Europea con una tarifa plana o si amplía los aranceles por sectores, lo que puede ser un ataque indirecto a un país concreto.
Un buen ejemplo es el arancel del 25% al automóvil. El Gobierno de Estados Unidos ha decidido pausar reiteradamente sus aranceles a México o Canadá pero mantenerlos en el mercado del automóvil es un ataque claro a estos países. También a Alemania, en Europa, que es el país que más vehículos exporta a Estados Unidos.
Habrá que esperar, por tanto, para ver si Estados Unidos mantiene el pulso, vuelve a activar sus aranceles en 90 días y si no encontraremos algún tipo de castigo más o menos directo a nuestro país por el camino.
Foto | Ebro y Omoda
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pedrosalguera
Lo que sí que no puede hacer España es ir por libre pasando de la UE, eso es precisamente el juego de China y Rusia, dividirnos (y Trump va a empezar a jugarlo también). En este preciso momento o se actúa a una, o se rompe la baraja y nos hundimos todos porque nos comen entre todos ellos. Y juntos somos muy poderosos, pero divididos somos una m... pinchada en un palo
bxl
O bailas con la rubia o con la morena, pero no con las dos. Y aún así, España no es 100% autónoma de sus decisiones al hacer parte de la Unión Europea.
phoneswaping
A ver si tumban el zbe ya y volvemos a los 2.0 tdi del 2000