Los satélites Starlink han transformado la guerra: China y Rusia trabajan en "Starlink Killers" para poder desactivarlos

  • Rusia ha estado probando una tecnología llamada Kalinka para interrumpir las comunicaciones de Starlink

  • El Pentágono cree que China está haciendo maniobras en órbita para practicar la captura de satélites

Un lote de satélites Starlink de SpaceX en la órbita baja terrestre
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A finales de febrero, una acalorada discusión ante las cámaras entre Volodímir Zelenski y Donald Trump cambió la situación en Ucrania, poniendo en alerta a la Unión Europea. Una de las preocupaciones inmediatas fue que Ucrania perdiera el acceso a Starlink, que ha tenido un papel clave en la guerra. Pero mientras Europa busca alternativas a la constelación de satélites de SpaceX, Rusia y China están desarrollando, por separado, contramedidas electrónicas y militares.

Starlink es un activo estratégico. Tanto en su versión militar, llamada Starshield, como en su versión comercial. Cuando Rusia dejó fuera de servicio las redes de satélites de comunicación convencionales (Viasat, Iridium, Inmarsat...), Starlink dio una ventaja crucial a Ucrania.

La empresa comercial dirigida por Elon Musk no solo tenía capacidad de enviar más terminales y antenas al frente, sino que demostró ser más resistente al "jamming", los ciberataques rusos basados en interferencias electrónicas. SpaceX fabrica internamente los satélites, las antenas y los cohetes parcialmente reutilizables, una integración vertical que la ha puesto a décadas de distancia de la competencia.

Starlink tiene más de 7.000 satélites en la órbita baja. A esta altitud, completan una vuelta a la Tierra cada 90 minutos, por lo que distintos satélites van pasando por el cielo para dar servicio a una zona determinada. Los ciberataques y el jamming son más efectivos con compañías que tienen unos pocos satélites geoestacionarios, que permanecen fijos a 36.000 km de altitud.

En busca del Starlink Killer. El uso de la red de satélites de SpaceX en conflictos militares ha llevado a Rusia y China a reforzar sus contramedidas. Un informe reciente de Secure World Foundation destacó que Starlink era un objetivo prioritario del Kremlin tras haber demostrado su utilidad en la guerra de Ucrania.

Rusia ha estado desarrollando el sistema Kalinka, apodado el "Starlink Killer", para detectar e interferir comunicaciones satelitales militares protegidas de la constelación "Starshield", lanzada por SpaceX y operada por la NRO. Según fuentes ucranianas, las fuerzas militares de Ucrania sufren interrupciones de Starlink desde mayo de 2024, lo que se atribuye a la experimentación rusa en métodos avanzados de guerra electrónica, que no solo afectan a las comunicaciones militares, sino también al uso de drones.

Rusia utiliza el sistema Tobol para interferir en las señales satelitales. Se cree que hay al menos diez dispositivos Tobol repartidos en territorio ruso, y uno de ellos podría estar ubicado en la base rusa de Kaliningrado, entre Lituania y Polonia. Tobol también se ha usado para intentar bloquear las transmisiones satelitales que Ucrania utiliza en sus operaciones. Miembros de la Unión Europea, como Finlandia, Polonia y Suecia, han notado fallos de GPS durante su uso.

Maniobras extrañas en la órbita baja terrestre. China avanza en paralelo a Rusia en sus desarrollos espaciales contra Starlink, según fuentes estadounidenses citadas por el informe. La Fuerza Espacial de Estados Unidos ha observado varios satélites chinos en maniobras coordinadas de proximidad. Aunque estas operaciones en vuelo podrían usarse para fines pacíficos, como mantenimiento de naves o retirada de basura espacial, Estados Unidos cree que se están probando para deshabilitar o capturar satélites rivales en caso de conflicto.

Las maniobras chinas, junto con el incremento de satélites chinos dedicados a labores de inteligencia, han puesto al Pentágono en alerta, aunque Estados Unidos no se queda atrás en despliegues militares en el espacio. Hasta Rusia ha tenido avances en este desarrollo defensivo: recientemente, demostraron cómo unos satélites rusos podían rodear y aislar otra nave en órbita baja.

El arma definitiva y definitivamente ilegal. El Pentágono cree que Moscú está persiguiendo al mismo tiempo la idea de colocar armas nucleares en el espacio capaces de generar pulsos electromagnéticos (EMP), que serían devastadores contra constelaciones de satélites. A su vez, podrían desencadenar una cascada de colisiones catastrófica conocida como el síndrome de Kessler, por el astrofísico que lo predijo.

El Tratado sobre el espacio ultraterrestre de 1967 prohíbe la colocación de armas de destrucción masiva en órbita, pero es un documento cada vez más cuestionado por ambos bandos. La última afrenta al acuerdo la soltó Elon Musk en un mitin político, cuando declaró que Marte sería parte de Estados Unidos, violando otro de los puntos clave del tratado, que los cuerpos celestes no están sujetos a reivindicaciones de soberanía.

Imagen | SpaceX

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