Los koalas son uno de los símbolos más reconocibles (y probablemente queridos) de Australia y en parte de su territorio, como Nueva Gales del Sur, Queensland o el Territorio de la Capital Australiana se consideran en peligro de extinción. Ni lo uno ni lo otro ha evitado sin embargo que un grupo de francotiradores esté matando a cientos y cientos de estos marsupiales en el Parque Nacional Budj Bim, una amplia reserva natural localizada al sur del país. Lo hacen desde helicópteros, con el respaldo del Gobierno y supuestamente por "razones humanitarias".
La gran pregunta es… ¿Por qué?
Francotiradores, helicópteros y koalas. A priori son tres conceptos sin demasiada relación entre sí, pero esos son los protagonistas de la polémica que ha sacudido en los últimos días el estado de Victoria, al sur de Australia, donde se localiza el Parque Nacional de Budj Bim. Hace días la prensa local empezó a informar de que allí se estaban sacrificando cientos y cientos de koalas.
Si la noticia no era sorprendente (y triste) ya de por sí ganó aún más repercusión cuándo trascendió cómo se lleva a cabo la matanza: los animales se abaten desde helicópteros con la ayuda de francotiradores. Todo esto por supuesto con el plácet del Departamento de Energía, Medio Ambiente Clima (DEECA), la autoridad en materia de conservación, como confirmaba hace poco la cadena ABC.
¿Cuántos koalas han abatido? Las cifran exactas pueden bailar en función de la fuente que se consulte, pero todas coinciden en algo: la campaña está acabando con cientos y cientos de koalas de la región, más de medio millar.
A mediados de mes, al avanzar la noticia, Yahoo News aseguraba que se habían sacrificado entre 600 y 700 marsupiales. Hay activistas que elevan sin embargo el balance total de la medida por encima de los 700 ejemplares y en las últimas horas Europa Press (AP) redondeaba la cifra hablando de "hasta 750 koalas".
¿Y cuál es la razón? Razones humanitarias, según alegan las autoridades de Victoria. Los sacrificios forman parte de una campaña de eutanasia precipitada a su vez, insiste el Gobierno, por el incendio forestal que arrasó en marzo alrededor de 2.200 hectáreas del Parque Nacional Budj Bim. Las llamas habrían afectado a parte de la fauna (incluidos los koalas) y devastado además el 20% de la reserva natural. El resultado: animales heridos, abandonados y que han visto como se calcinaban buena parte de los eucaliptos que necesitan para alimentarse.
¿No hay otras opciones? Aunque el empleo de helicópteros y francotiradores puede resultar llamativo (y poco ortodoxo), el Gobierno de Victoria asegura que la decisión se adoptó tras "exhaustivas evaluaciones" y que los koalas que se están abatiendo están "gravemente afectados" por el incendio forestal. Es más, DEECA reivindica que no ha encontrado otras alternativas para afrontar el problema más allá de contratar a tiradores profesionales y subirlos a helicópteros.
"Todos los demás métodos considerados no son adecuados dada la imposibilidad de acceder de forma segura a pie a grandes áreas del paisaje afectado debido a la ubicación remota de los animales, que a menudo se encuentran en lo alto de las copas de los árboles, el terreno extremadamente accidentado y los riesgos de seguridad que conlleva trabajar en una zona afectada por el fuego y con árboles dañados", explica James Todd, responsable de DEECA, a Vox Magazine.
¿Opinan todos igual? No. Y buena prueba es que las noticias sobre la campaña han desatado una intensa polémica en el estado de Victoria, el conjunto de Australia y más allá incluso del país. El motivo: el alcance de la medida.
El partido Justicia Animal ha denunciado que las autoridades locales "no están haciendo ningún esfuerzo" por comprobar si las hembras abatidas desde el aire tienen por ejemplo crías. Y Alianza por los Koalas incluso va más allá y denuncia que los técnicos no tienen forma de comprobar desde las alturas si los ejemplares que abaten están realmente en "malas condiciones". "Parece muy indiscriminado", concuerda Rolf Schlagloth, investigador de la CQUniversity Australia especializado en koalas. "El rescate siempre debe ser la primera opción si es posible".
Más allá de los disparos y helicópteros. Entre los activistas y expertos no solo ha molestado la matanza selectiva de koalas. A lo largo de los últimos días se han alzado voces también que ven en lo ocurrido en Budj Bim un ejemplo más de "la mala gestión de la especie y su hábitat" y advierten del efecto de la tala de eucaliptos o la amenaza del calentamiento global y los incendios.
"No podemos eliminar los incendios forestales por completo, pero unos bosques más sanos y con mayor continuidad pueden ayudar a reducir el riesgo y gravedad de los incendios. El hábitat de los koalas debe ser extenso y estar conectado, y la gestión de las plantaciones de eucalipto azul debe tener en cuenta a los koalas", zanja Schlagloth en una entrevista reciente con Vox Magazine.
Pendientes de las talas. Ese último matiz es importante. En otro artículo publicado en The Conversation por Liz Hicks y Ashleigh Best, dos expertas en derecho de la Universidad de Melbourne, recuerdan que el Parque Nacional de Budj Bim está rodeado de plantaciones comerciales de eucalipto azul, hectáreas llenas de follaje que acaban recibiendo koalas en busca de alimento.
El problema es que esa disponibilidad de hoja lleva a que las poblaciones del marsupial aumenten. Y una vez taladas las plantaciones, esos mismos animales regresan al parque protegido. El resultado: mayor presión en la zona y una mayor vulnerabilidad ante incendios como el de marzo. "Los animalistas señalan que la tala es una de las razones por las que Budj Bim tenía tantos koalas", añaden.
Imágenes | Artic Warrior (Flickr) y Nghia Nguyen (Unsplash)
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